jueves, 25 de julio de 2013

Ahó-Ahó



Ahó-Ahó 

A don Patricio Gamín, respetable vecino del pueblo de San Lorenzo o Güirapaí, sobre el Alto Paraná, debo la siguiente leyenda de los indios de las misiones jesuíticas de Jesús y Trinidad, que florecieron en el Paraguay.
Según ellos, el Ahó-Ahó era un animal terrible, parecido a la oveja, con grandes garras, y que devoraba sin piedad a las personas que encontraba en el monte.
La única salvación que había contra este terrible monstruo era subirse a una palmera, pues era árbol sagrado del Calvario. Cualquier otro árbol era cavado por el Ahó-Ahó con sus potentes uñas y el que había trepado sobre él era devorado inmediatamente.
No hay para qué decir que esta leyenda es de origen jesuítico y que tenía por objeto impedir que los indios salieran fuera del radio que tenían marcado en las reducciones respectivas, a fin de que no desertasen, se perdieran en el monte, se los comiera algún tigre, que entonces eran abundantes, o fueran víctimas de los otros indios salvajes, que no dejaban de merodear por los alrededores de las misiones.
En cuanto a lo de la palmera, también tiene su razón, pues son árboles muy delgados, muy altos y difíciles de trepar, de modo que los indios no debían tener mucha fe en esta ancla de salvación.
Don Patricio Gamín me ha referido también que hasta su tiempo, ahora unos cuarenta y cinco años
http://a18.t26.net/avatares/1/7/6/4/16_17647485.jpg?261316, se había conservado esa leyenda entre los habitantes de allí, de modo que una vez se vió en serios apuros para poder seguir más adelante, en una expedición de carácter militar, porque al llegar al salto del arroyo Nacunday, los indios que lo acompañaban no querían continuar viaje y se excusaban gritando: "¡El Ahó-Ahó! ¡El Ahó-Ahó!"
No está demás hacer observar que algunos datos de esta leyenda se encuentran en el cuento del Petey, a que nos hemos referido. Ya en él también se salva el hombre, trepándose al árbol, de ese monstruo informe y velludo que resulta ser también un animal feroz.

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