viernes, 26 de julio de 2013

Filosofía presocratica

La filosofía presocrática
Es el período de la historia de la filosofía griega que se extiende desde el comienzo mismo de ésta, con Tales de Mileto (nacido en el siglo VII a. C.), hasta las últimas manifestaciones del pensamiento griego no influidas por el pensamiento de Sócrates, aún cuando sean cronológicamente posteriores a él. Tales y los filósofos griegos posteriores a él se incluyen dentro de los llamados «presocráticos» hasta la época de Platón, cuyas obras más importantes corresponden a la primera mitad del siglo IV a. C. y afirman estar basadas directamente en las enseñanzas de Sócrates.
La obra de estos pensadores antiguos no nos ha llegado sino fragmentariamente, en citas de autores posteriores, por lo que el estudio de sus doctrinas debe tener presente constantemente la forma de transmisión textual y la valoración de las fuentes.

Características comunes de la filosofía presocrática.
El inicio de la filosofía occidental se encuentra unido al problema y a la posible explicación racional de la physis. Fueron los presocráticos los primeros pensadores que, en el mundo occidental, intentaron dilucidar una explicación racional de la realidad en su conjunto y de la realidad de las cosas, superando a los autores antiguos que habían basado sus explicaciones en el concepto de mito.
Los filósofos presocráticos tienen como tema central de reflexión el problema de la naturaleza. Las respuestas que han dado a este problema fluctúan según las diversas escuelas o grupos de pensadores. Los pluralistas, por ejemplo, piensan que la naturaleza se compone de varios principios y de ahí la teoría de los cuatro elementos de Empédocles, la de las “homeomerías” de Anaxágoras, o la teoría de los átomos de Demócrito. Por su parte los filósofos monistas defienden que la naturaleza se compone de un solo elemento, aunque no se ponen de acuerdo: para Tales de Mileto, es el agua; para Anaxímenes, el aire;  para Anaximandro el ápeiron –lo indeterminado-, para Heráclito, el fuego; finalmente los pitagóricos centran el origen de la naturaleza en los números y defienden una estructura dualista de la realidad.
Existen otros rasgos comunes a la obra de los presocráticos: todos ellos vivieron en las colonias helénicas de Asia Menor o de Italia. En algunos de ellos se encuentra una influencia de las sabidurías orientales (especialmente Egipto y Mesopotamia). Es obvio que sus teorías sobre el principio de las cosas son originales, pero también es cierto, que nos encontramos ante un conjunto de textos fragmentarios que hace muy compleja la interpretación de su pensamiento.
Los sofistas y Sócrates, que vivieron en la Hélade clásica  del siglo V a.C., marcan  una importante diferencia con los presocráticos. Con ellos el tema del análisis de la filosofía se amplia para abarcar cuestiones que afectan al ser humano. Uno de los autores más importantes es Sócrates, que vivió el esplendor de la Atenas clásica del siglo v. a. C., “la filosofía baja del cielo a la tierra”, de este modo el problema de la naturaleza se transforma en el problema del ser humano. Esto no significa que las cuestiones que preocuparon a los presocráticos no siguiesen presentes en la filosofía posterior, sobre todo en filósofos como Platón, Aristóteles o los filósofos del helenismo tardío.


Del mito a la razón: el origen cosmogónico y religioso de la filosofía

La primera reacción moderna ante la opinión común sobre el "milagro griego" del origen absoluto de la razón fue la de F. M Cornford que vincula el inicio de la filosofía con distintas manifestaciones de la poesía religiosa. Debemos notar que esta tendencia de los tratadistas también tiene su antecedente en Aristóteles: en Metafísica I, 983b29, dice que también los primeros "teologizantes" (se refiere con este término a los "autores de cosmogonías", como entiende García Yebra)  opinaron "acerca de la naturaleza".
Según Cornford, la "física" milesia nada tiene que ver con la ciencia y la observación directa de la realidad. Estas elaboraciones continúan las respuestas míticas tanto en su material conceptual como en sus esquemas explicativos, traslada a representaciones laicizadas el esquema cosmogónico realizado por el pensamiento mítico–ritual. Si el mundo homérico presenta una distribución, entre los crónidas, de diversos lotes y honores (Il. XV, 189-194), el mundo de los naturalistas jonios presenta una división de jurisdicciones entre los poderes contrarios. El pensamiento de Anaximandro guarda una estrecha dependencia con la poesía de Hesíodo: no hay gran diferencia entre concebir el origen de todo a partir del Caos (Teog. 116) o de una naturaleza indeterminada (12 B 1, A 9, A 13, A 14). A partir de este origen indiferenciado, la cosmogonía hesiódica hace nacer parejas divinas, que interactuando terminan por formar la estirpe de los dioses olímpicos, en los que se fundamenta el orden del mundo; para la cosmología jonia estos contrarios no son ya divinidades personales, como Urano y Gea, sino naturalezas como lo cálido y lo frío, lo húmedo y lo seco, que en su interacción dan forma al cosmos cíclico.
Las repercusiones de la concepción de Cornford fueron tan importantes que la quinta edición de fragmentos de Diels (1935) fue modificada por Kranz para adaptarla en este sentido; este helenista amplió el apéndice que incluía fragmentos de poesía y prosa cosmológica y astrológica y los ubicó al principio de la colección. Kirk y Raven le dedican todo un capítulo de su obra crítica a los "precursores de la cosmogonía filosófica", como las cosmogonías órficas, la cosmogonía de Hesíodo y las cosmogonías "mixtas" como la de Ferécides.
La edición de fragmentos de los presocráticos de Gredos, aun cuando inicia también por Tales, lo hace a pesar de los reparos del director de la edición: este expresa que no comienza por Anaximandro, primer autor del que disponemos de citas textuales, sólo para no romper con la tradición  y que él no tendría inconvenientes en comenzar la historia de la filosofía con Homero, si se le encomendara la tarea de confeccionar una historia temática de la filosofía por textos, donde se incluyeran temas filosóficos, como los del significado de la muerte, el sentido de la vida, etc.
Los que se niegan a considerar la producciones cosmogónicas como antecedentes de la filosofía, como Jaeger, Guthrie y Eggers Lan, esgrimen en su contra la inautenticidad de tales escritos: Son obras conservadas en fragmentos, en citas de autores posteriores, excepto la Teogonía hesiódica que se ha conservado íntegra. En este sentido comparten la precaria forma de transmisión de la filosofía presocrática. Pero cuando se ha evaluado la influencia recíproca entre poemas y prosa de contenido cosmogónico y la filosofía presocrática, los cosmólogos se han mostrado siempre en deuda con los filósofos. Así, se ha visto que Epiménides está influido por Anaxímenes y la teogonía rapsódica de Orfeo está en deuda con Ferécides, Heráclito, Parménides y Empédocles. Por ello se ha podido determinar que las cosmogonías órficas no son anteriores al siglo VI a. C.,incluso algunas son posteriores a Sócrates, y pertenecen frecuentemente a la era cristiana.
De cualquier manera, la mayoría de los especialistas, aun los que consideran las cosmologías como antecedente, distinguen éstas de la filosofía propiamente dicha. Kirk y Raven consideran que tanto los poemas homéricos como la teogonía hesiódica son muestras de un estado particular de racionalización. Sobre todo la Teogonía de Hesíodo con su afán sistematizador de la genealogía de los dioses. Sin embargo, el paso del "mito" al "logos" es un cambio radical que incluye no solo una des-personificación de las fuerzas de la naturaleza, sino un cambio político, social y religioso que involucra una apertura mental que tiende a relativizar el valor de la tradición.

Las condiciones sociales del origen del pensamiento racional

Para explicar la transformación que presentan las concepciones filosóficas respecto de las míticas, algunos especialistas dirigieron la mirada a sus condiciones de posibilidad, y observan que estas son de índole social y económica. P. M. Schul piensa que debe de haber ejercido una gran influencia, en la orientación del pensamiento hacia la práctica, la creación de la moneda, el calendario, la escritura alfabética, el rol de la navegación y el comercio. B. Farrington, por su parte, enlaza el origen de la racionalidad griega (y el incremento de la riqueza material) con el progreso técnico de las ciudades jonias, gracias a la libertad que estas tenían respecto de una ortodoxia mantenida por una casta sacerdotal, como en Egipto o Babilonia. G. Thompson, en cambio, ve en la apertura de mercados en los cuales el objeto se transforma en mercancía, y así pasa de tener un valor de uso a un valor de cambio, el factor que hace comprensible el advenimiento de la razón: puesto que esto significa que el objeto se despoja de su diversidad cualitativa y pasa a tener una significación abstracta.
Jean-Pierre Vernant retoma estas consideraciones sobre las condiciones sociales que hicieron posible el advenimiento del pensamiento filosófico, y las reformula. En líneas generales, acepta la idea del paso del mito al "logos", pero enfatiza la conexión de los mitos cosmogónicos con los ritos orientales de soberanía, y ve que la filosofía jónica es una transposición de los elementos de estos mitos. La aparición de la polis como forma de ordenamiento social le hace perder significación a este rito y el mito asociado pierde inteligibilidad, y el pensamiento naturalista de los milesios no es más que un reflejo de este nuevo orden, al independizar los elementos atmosféricos de la figura del soberano. Por otra parte, acentúa la significación del pensamiento que surge en Magna Grecia para la comprensión del nacimiento de la filosofía como forma de racionalidad y del filósofo como tipo humano. Si a la filosofía precede el mito como forma de pensamiento, el filósofo es precedido por el augur y por el poeta inspirado. La filosofía mantiene ciertos caracteres de saber revelado, lo que se ve claramente en el proemio del poema de Parménides. Sin embargo, entre las formas del "chamanismo" griego y el filósofo hay un abismo, y es que mientras que el augur está en posesión de un saber secreto, el filósofo se propone divulgar su saber a un cuerpo de discípulos (Pitágoras); esta transformación de la figura del sabio es hermana de una mutación en el plano social, que consiste en la pérdida del poder político excluyente de los gene nobiliarios, la disposición al servicio de la comunidad de los ritos pertenecientes a los clanes sacerdotales, la publicación de los decretos de justicia, antes reservados para los Eupátridas; la aparición de la moneda, acuñada y con un valor garantizado por el Estado. El paso del uso del plural "τὰ ὄντα" (ta onta, los entes) en los jonios al singular "τὸ (ἐ)ὄν" (to [e]on, el ente) en Parménides es un signo más de la búsqueda de unidad, estabilidad y permanencia que puede verse en la incipiente organización de la ciudad griega, con la reforma de Clístenes, por ejemplo. En definitiva, Vernant considera que la filosofía es resultado del advenimiento de la polis

No hay comentarios:

Publicar un comentario